Tiempo. Compro tiempo. Necesito tiempo para ir más despacio. Tiempo para mí, para cuidarme y para no hacer nada. La prisa me invade y no veo con claridad. He intuido, a lo lejos, el origen de tanta aceleración desenfrenada: querer ser productiva todo el tiempo. Mi mente planifica al milímetro pero mi cuerpo no es capaz de seguirla. Saltar vallas que yo misma me pongo de lunes a viernes y querer seguir saltándolas en fin de semana no es posible. Correr, correr y no poder llegar a ninguna meta. Quiero aprender a perder el tiempo como forma de ganarlo, de ganarme. Mi cuerpo va lento, pienso yo, pero quizá es que ahora ha encontrado, por fin, su propia cadencia y ha dejado de escuchar mi desabrido látigo ¿No se trata ahora de escucharme? ¿De no seguir ese viaje hacia la nada? Despacio, despacio para sentir mi tiempo. No hace falta apagar ningún fuego. Más bien dejar que crezca dentro y lento. Acostumbrarme a que el calor vaya conmigo a todas partes y no dejar que ningún látigo lo apague.
martes, 4 de febrero de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Nunca debí hacer caso a mi madre
De verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...
-
La vida está llena de revoluciones, íntimas, pequeñas y cotidianas sin necesidad de empuñar espadas ni ser Juana de Arco. Puedes despertar ...
-
De verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...
-
Siéntete pequeña aunque la inmensidad de la vida te habite. Siéntete pequeña porque solo eres hija de, nieta de y no madre ni padre (aun...
No hay comentarios:
Publicar un comentario