Te toman la temperatura como síntoma de buena salud. Durante todo este tiempo yo también he usado un imaginario termómetro para someter a todo aquello que ha pasado por mí a un exhaustivo examen. Así he comprobado que hay ideas y personas que me dejan fría y, por tanto, he procurado dedicarles poca atención. También me ha pasado lo mismo con los recuerdos. Hay recuerdos que me han invitado a pasar página y otros, en cambio, estoy deseando volverlos a vivir, como el olor y la vista del mar. Quizá tengo que volver a lo primitivo, al cuerpo, a su temperatura como guía del hacia dónde me dirijo ahora. Instalarme en la confianza máxima con la vida y establecer unas nuevas reglas en las que la escucha de mí misma sea la prioridad. Si algo me deja fría, será no y obedecer ese no supondrá observar qué ocurre conmigo cuando el no rebote en el espejo. En cambio, si el cuerpo entra en calor con lo que tiene delante, será sí y permitirme explorar ese sí va a requerir vivir mi disponibilidad hasta el final. El ni frío ni calor vendrá a ser un no sé y también tendré que saber quedarme ahí sin querer solucionarlo ya, ni obtener una respuesta que se acomode a lo que espero. La nueva realidad ha venido para hacerlo todo más sencillo, me digo, mientras una copa de vino blanco muy frío comienza a calentarme el cuerpo.
viernes, 26 de junio de 2020
domingo, 14 de junio de 2020
Hay muchas madres en una madre y, también, muchas sombras. El peso de ambas me abruma porque no sé dónde colocar cada cosa. Agradezco el regalo de la vida con todo su equipaje y lo que costó. Sin embargo, tengo la sensación de que recién me he mudado a una casa a la que puedo llamar mía y que cada caja que desembalo de esta enorme aventura me trae una sorpresa o una decepción o un regalo o todo junto a la vez. Voy ordenando en cada cajón, en cada estantería a mi manera. A veces me sorpendo pensando si me viera mi madre, esto no lo haría así pero yo lo hago de todas formas. Es una manera de construirme, de darme permiso y de aumentar mi mala conciencia porque cuanto más me separo de ti, más te valoro y te quiero, no con la boca pequeña de hija, sino con el corazón que late gracias a ti. No sé si me alcanzará la vida para ser hija. Por eso me inclino ante ti, mamá, porque eres hija y madre, mi madre. Gracias mamá.
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Nunca debí hacer caso a mi madre
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