viernes, 26 de junio de 2020

Te toman la temperatura como síntoma de buena salud. Durante todo este tiempo yo también he usado un imaginario  termómetro para someter a todo aquello que ha pasado por mí a un exhaustivo examen. Así he comprobado que hay ideas y personas que me dejan fría y, por tanto,  he procurado dedicarles poca atención.  También me ha pasado lo mismo con los recuerdos. Hay recuerdos que me han  invitado a pasar página y otros, en cambio, estoy deseando volverlos a vivir, como el olor y la vista del mar. Quizá tengo que volver a lo primitivo, al cuerpo, a su temperatura como guía del hacia dónde me dirijo ahora. Instalarme en la confianza máxima con la vida y establecer unas nuevas reglas en las que la escucha de mí misma sea la prioridad. Si algo me deja fría, será no y obedecer ese no supondrá observar qué ocurre conmigo cuando el no rebote en el espejo. En cambio, si el cuerpo entra en calor con lo que tiene delante,  será sí y permitirme explorar ese sí va a requerir vivir mi disponibilidad hasta el final. El ni frío ni calor vendrá a ser un no sé y también tendré que saber quedarme ahí sin querer solucionarlo ya, ni obtener una respuesta que se acomode a lo que espero. La nueva realidad ha venido para hacerlo todo más sencillo, me digo,  mientras una copa de vino blanco muy frío comienza a calentarme el cuerpo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nunca debí hacer caso a mi madre

 De  verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...