Parar.
Escuchar el latido.
Ahondar en la fuerza de la raíz
para sentir el cielo.
El reposo es la única guía de los guerreros.
Vendrán viejas tormentas.
Tantearán nuestra alma.
Tropezaremos con nuevas alegrías
envueltas en inesperadas casualidades.
Querremos, cuando el recuerdo sea olvido,
saltar nuevos charcos con la inocencia del que intuye que en el impulso está el aprendizaje de la vida con mayúsculas.
Volveremos a recorrer casi los mismos caminos,
sabiendo que una mirada lo cambia todo.
Seremos los de siempre
aunque nunca más los mismos.
Ya sabemos regresar.
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