jueves, 22 de octubre de 2020

Tormentas

 Las tormentas, las elegidas y las inesperadas,  hay que vivirlas. El viento se lleva aquello que no ha echado raíz y no se sujeta más. La parte más dura es identificar lo que ya no te sirve y dejar que se suelte. Cuesta porque te daba un sentido de la pertenencia, te unía al clan. Sin embargo, ya ha dejado de servirte. Duele perder, desprenderse de partes de ti, incluso de ideas y personas que te acompañaron. No obstante, hay ganancia en la pérdida aunque ahora no lo puedas ver. Ya hay más espacio para lo nuevo y eso solo lo sientes  cuando has aceptado el envite de los truenos y el miedo. Siempre hay miedo y recuerdos y tristeza por lo que fue y nunca será más. El cuerpo sabe si escucha el sonido del alma. Nos recuperamos de la lluvia estando presentes y nombrando lo que ya no podemos respirar. Alzamos la voz para dejar de callar lo que nos ha estado pudriendo por dentro. Le damos la palabra a la sombra hasta que llega la luz. Y seguimos, amiga, aunque te eche muchísimo de menos,  siempre seguimos adelante. Vamos con todo una vez más. 

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