Te acostumbraste,
otros pretendieron la luz.
No sospechaste,
eras alumbrante y alambrada
de ti misma
-el universo cóncavo y convexo-
No es tiempo de encajes
-tristes ornamentos de un cuerpo bello-
ni de encajar
-tu alma no contiene ataúdes-
Solo cae el velo,
mueres
mudas.
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