martes, 28 de enero de 2020


No te hizo falta arder con la última nave. La vida la quemó por ti y te ahorró el trabajo. Te quemaste con otras y sabes que no fue en vano. Fuiste en  busca de tu sombra varada y la rescataste. Te soltaste de aquella mirada congelada de tu mundo infantil. Te hiciste carne presente atravesada por el dolor de las costuras. Es ahora  cuando te das cuenta de la tarea que emprendiste. No hay palabras a las que volver ( ni siquiera la memoria es unabuen trampolín de regreso) porque la vista no puede quedarse atrapada  en la contemplación  de la imagen que creíste ser. Todo lo que necesitabas, fue. En su inercia el cuerpo querrá girarse para ver, por última vez, el recuerdo del humo, pero solo mirando hacia delante podrás contemplar cómo la sal derrite inexorablemente la nieve de este frío invierno.










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