domingo, 19 de julio de 2020


Cruza. Ya se adivina tierra firme. No olvides que la seguridad que ahora te proporciona ver este lugar no es tu destino. Recuerda que vienes de tormentas interminables, naufragios milenarios y sed infinita. Eres lo que está por venir y lo que aprendiste de aquello que fuiste. Vive sobre la certeza de la vida pero con la incertidumbre de un soplo de viento, casual y certero. Camina por otras playas, ve al encuentro de otros cuerpos que te ofrecerán sus besos como puertos seguros en los que quedarse. Quédate el tiempo que quieras o necesites. Llévate siempre contigo y no te pierdas nunca de vista. Vive con todo lo que la vida te ofrezca. Convierte la furia  en calma y la calma en rebeldía para arriar las velas y sentir el impulso de un sueño en tu vientre. Nunca dejes el placer para más tarde. Sé exploradora de charcos. Recuerda que siempre habrá ropa  limpia si te mojas. 

viernes, 17 de julio de 2020

Manos


Miro mis manos y me acuerdo de las tuyas.  Conservo alguna foto que rescaté de aquel verano del incendio y, en todas, tienes una mirada ausente, perdida, como si tu anhelo estuviera muy lejos de ti. Lo suficiente no estaba en lo próximo sino en alguna parte indeterminada de un más allá que no se materializaba nunca.  Yo tampoco te miraba, mamá, solo quería ir detrás de ti para ver lo que tú veías y poder traértelo con la secreta esperanza de que, al tenerlo entre mis manos, pudieras al fin reconocerme. Estoy aquí, mamá. Estoy aquí. Siempre lo he estado. Durante mucho tiempo tus huellas han sido  mis zapatos. Hoy me resultan incómodos, no son mi número ya. Quiero cambiarlos por otros que me gusten más. Sentirlo me viene bien, me da una fuerza que estaba en mi cuerpo y que he querido ocultar. Miro tus fotos y pienso ¿A quién aprendí a abandonar mientras quería traerte la luna? Cuanto más me alejo de ti, más fácil me resulta ver a la mujer que eras y más amor siento por mí,  la que fui y la que soy ahora. Miro mis manos y sé que son mías aunque me recuerden a las tuyas. 

sábado, 11 de julio de 2020



Parar.
Escuchar el latido.
Ahondar en la fuerza de la raíz
para sentir el cielo.
El reposo es la única guía de los guerreros.

Vendrán viejas tormentas a tantear nuestra alma y nuevas alegrías envueltas en inesperadas casualidades.

Querremos,
cuando el recuerdo sea olvido,
saltar nuevos charcos con la inocencia del que intuye que en el impulso está el aprendizaje de la vida con mayúsculas.

Volveremos a recorrer los mismos caminos
pero sabiendo que una mirada lo cambia todo.

Seremos los de siempre aunque nunca más los mismos.

Ahora sabemos regresar.

Nunca debí hacer caso a mi madre

 De  verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...