viernes, 17 de julio de 2020

Manos


Miro mis manos y me acuerdo de las tuyas.  Conservo alguna foto que rescaté de aquel verano del incendio y, en todas, tienes una mirada ausente, perdida, como si tu anhelo estuviera muy lejos de ti. Lo suficiente no estaba en lo próximo sino en alguna parte indeterminada de un más allá que no se materializaba nunca.  Yo tampoco te miraba, mamá, solo quería ir detrás de ti para ver lo que tú veías y poder traértelo con la secreta esperanza de que, al tenerlo entre mis manos, pudieras al fin reconocerme. Estoy aquí, mamá. Estoy aquí. Siempre lo he estado. Durante mucho tiempo tus huellas han sido  mis zapatos. Hoy me resultan incómodos, no son mi número ya. Quiero cambiarlos por otros que me gusten más. Sentirlo me viene bien, me da una fuerza que estaba en mi cuerpo y que he querido ocultar. Miro tus fotos y pienso ¿A quién aprendí a abandonar mientras quería traerte la luna? Cuanto más me alejo de ti, más fácil me resulta ver a la mujer que eras y más amor siento por mí,  la que fui y la que soy ahora. Miro mis manos y sé que son mías aunque me recuerden a las tuyas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nunca debí hacer caso a mi madre

 De  verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...