viernes, 31 de enero de 2020


Era buena... tan buena que podía interpretar cómo se sentían aquellos que vivían con ella sin mirarlos. Escuchando sólo las pisadas en el rellano sabía si venían cansados, tristes o furiosos. Fue una gran cualidad durante mucho tiempo. La puso a salvo de muchos contratiempos aunque no pudo evitar caer en otros por la misma razón. Su habilidad le dio una gran capacidad de adaptación al medio pero poca destreza consigo misma. Cuando se vive de puertas para afuera se puede apreciar el orden y el compromiso pero nadie ve tu cama sin hacer y los libros tirados por el suelo. Es curioso cómo andamos cultivando jardines extraños, llamándonos jardineros, cuando realmente, aunque simulemos que sabemos de plantas , no sabemos nada. Ella , muy digna en su don interpretativo, simulaba que amaba, que era feliz...que controlaba su vida. Y no sabía absolutamente nada. Entonces llega el día en que ya no cabes en más sitios porque tu cuerpo, que creías de plastilina, se ha desfigurado tanto que no lo reconoces. Tú no eres tú porque no sabes qué es ser tú. Y la vida te proporciona experiencias para que te mires. Cuanto menos quieras hacerlo, más potente será el espejo. Te rindes. Dices basta. Tratas de encontrarte entre las toneladas de jardines, de matojos, de barro. Y lo haces. Sientes todo lo que no te atreviste a sentir y comienzas a vivir desde tu vulnerabilidad y todas tus interpretaciones se desvanecen porque ya no  distingues una cara amable de una ironía. Pero tú sigues porque si te duele y lo dices te estás curando de tu soberbia, estás en ti, no tratando de encajar en moldes de magdalena cuando tú no eres una magdalena. Sigues porque una vez que has empezado a abonar tu propia tierra ya no puedes parar, ya eres capaz de no callar y de no mirar para otro lado. Todo eso pensé en el momento que oí "cuando tú quieras". Y me di cuenta de que yo no quería leer más a los demás, ni ser intérprete de nadie, ni cuidar jardines extraños. No, no quiero. Ahora me he comprado una bella parcela con vistas a mi mar que cultivo con amor los días pares, mientras que los impares los dedico a disfrutar de lo que he sembrado. No hay verjas, ni malas hierbas. Serás bienvenido/a sólo si ya compraste la tuya y disfrutas de ella. Comparto la alegría con quien vive con la alegría, la auténtica pasa por encontrarse con la tristeza y quererla, pero ya no adivino intenciones que no son mías.

martes, 28 de enero de 2020


No te hizo falta arder con la última nave. La vida la quemó por ti y te ahorró el trabajo. Te quemaste con otras y sabes que no fue en vano. Fuiste en  busca de tu sombra varada y la rescataste. Te soltaste de aquella mirada congelada de tu mundo infantil. Te hiciste carne presente atravesada por el dolor de las costuras. Es ahora  cuando te das cuenta de la tarea que emprendiste. No hay palabras a las que volver ( ni siquiera la memoria es unabuen trampolín de regreso) porque la vista no puede quedarse atrapada  en la contemplación  de la imagen que creíste ser. Todo lo que necesitabas, fue. En su inercia el cuerpo querrá girarse para ver, por última vez, el recuerdo del humo, pero solo mirando hacia delante podrás contemplar cómo la sal derrite inexorablemente la nieve de este frío invierno.










viernes, 24 de enero de 2020

Siempre te adelantas, me dijiste. Adáptate a lo que ellos esperan; sé buena chica y no te muestres demasiado no sea que se asusten al verte; ama un pasito por detrás de él y haz como que no pero sí. Zambúllete en las aguas pantanosas, oscuras,  de las expectativas. Sé tú pero a merced de otro. Yo que cuando abrí aquella puerta y te miré a los ojos, solo pude gritar sí con el alma-un sí que me trajo de vuelta a mi vida-Y, sin embargo, nunca he ido más a tiempo que ahora. Nunca me he querido más que ahora, nunca me he perdonado más que ahora y nunca me he soñado más que ahora. Voy al ritmo de lo que siento aquí y ahora. Y si tus ojos me miraron de lejos no es asunto de mi pisada y si tus hombros no estuvieron a la altura de los míos no fue porque yo fuese pequeña. El certificado de defunción existe, lo he visto, lo he firmado y pago el precio. Se muere lo que no tiene raíz ni da alas. Aquí muere un relación que fue cosa de dos durante un tiempo y ya no lo es. Aquí yace un amor lleno de expectativas que no se cumplieron pero que, a cambio, nos dejó el amor de lo que es. Y, créeme, lo que es nunca se atrasa ni se adelanta.

martes, 21 de enero de 2020

Hace siete años esperaba una nieve que no llegó. Y mientras esperaba, aprendí a sentir mis  mapas del tiempo. Las nubes de mi cielo siempre avisan sobre lo que ya está aquí; las tormentas provocan sacudidas inesperadas y necesarias si eres capaz de admirar su belleza una vez que han pasado y hueles a limpio; el sol siempre gira contigo aunque tardes en verlo brillar. Sí, lo importante nunca fue si la nieve vino y se dejó caer arropándonos con blancas y frías sábanas de invierno. Lo más importante fue sentir que en mi interior latía un mundo de anticlones y borrascas que me llenaban de vida y que hacían de la tarea de esperar un acto inútil. Nunca se debe esperar lo que ya se es porque siempre está aquí, solo despejar el camino y ser capaz de verlo.

Nunca debí hacer caso a mi madre

 De  verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...