Nunca bailamos tango. Puede que algún día te lo agradezca, cuando escampe la niebla. Nos quedamos cada uno en su orilla, mirando qué hacía el otro, tratando de adivinar qué dábamos y qué podíamos tomar para que no nos arrastrara demasiado la corriente. Desde mi lado, yo me sumergía poco a poco, esperando que tú hicieras lo mismo. Desde tu lado, tú tratabas de hacer lo mismo aunque no perdías de vista la orilla que te mantenía a salvo. Nunca quise mojarme el pelo. No es bueno darlo todo ni correr a ocupar el lugar del otro porque entonces una pierde su sitio. En el fluir del movimiento aprendí a respetarme. El mayor riesgo de sumergirme en el agua siempre ha sido conmigo. Descubrir mis límites, mi sí y mi no, moverme con mi latido y quedarme quieta cuando así lo sentía. Es un arte aprender a respetarse y tratar al otro de la misma manera, aunque no nos guste lo que hace ni lo que dice. Hay lecciones necesarias que solo se aprenden cuando te sumerges hasta el fondo. Duelen pero crecer es lo más importante. Y no es una opción. Creces contigo de forma consciente o a pesar de ti. La vida siempre te empuja. Es cierto. No aprendí a bailar el tango pero sigo con mis clases y, más adelante, cuando deje de llover, ensayaré nuevos pasos de baile.
lunes, 4 de noviembre de 2019
Nunca bailamos tango. Puede que algún día te lo agradezca, cuando escampe la niebla. Nos quedamos cada uno en su orilla, mirando qué hacía el otro, tratando de adivinar qué dábamos y qué podíamos tomar para que no nos arrastrara demasiado la corriente. Desde mi lado, yo me sumergía poco a poco, esperando que tú hicieras lo mismo. Desde tu lado, tú tratabas de hacer lo mismo aunque no perdías de vista la orilla que te mantenía a salvo. Nunca quise mojarme el pelo. No es bueno darlo todo ni correr a ocupar el lugar del otro porque entonces una pierde su sitio. En el fluir del movimiento aprendí a respetarme. El mayor riesgo de sumergirme en el agua siempre ha sido conmigo. Descubrir mis límites, mi sí y mi no, moverme con mi latido y quedarme quieta cuando así lo sentía. Es un arte aprender a respetarse y tratar al otro de la misma manera, aunque no nos guste lo que hace ni lo que dice. Hay lecciones necesarias que solo se aprenden cuando te sumerges hasta el fondo. Duelen pero crecer es lo más importante. Y no es una opción. Creces contigo de forma consciente o a pesar de ti. La vida siempre te empuja. Es cierto. No aprendí a bailar el tango pero sigo con mis clases y, más adelante, cuando deje de llover, ensayaré nuevos pasos de baile.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Nunca debí hacer caso a mi madre
De verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...
-
La vida está llena de revoluciones, íntimas, pequeñas y cotidianas sin necesidad de empuñar espadas ni ser Juana de Arco. Puedes despertar ...
-
De verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...
-
Siéntete pequeña aunque la inmensidad de la vida te habite. Siéntete pequeña porque solo eres hija de, nieta de y no madre ni padre (aun...
No hay comentarios:
Publicar un comentario