miércoles, 20 de noviembre de 2019

Puede
que un día nos encontremos
en una esquina.

Puede
que nuestros verdes ojos
vuelvan a reconocerse
y tú sonrías como antes
y yo te abrace como siempre.

Puede
que necesitemos ponernos al día
de tanta ausencia compartida,
de tanta heroica resistencia

O
simplemente,
nos digamos con la mirada
ahora no.

lunes, 18 de noviembre de 2019

No eres mi madre aunque compartas su sombra, la sombra de todas las mujeres. El te querré siempre con una mano, mientras con la otra, ese mismo amor, ata nudos invisibles a tu brazo para que no te vayas. Ese llamado amor tela de araña, que tejes  entorno a nosotras, es una trampa para afore nuestra herida de abandono y perdamos nuestra alma en el camino. Y cuando lo hace, despierta en nosotras los mismos sentimientos que tuvimos entonces: la lealtad a la sombra de nuestra madre. Porque sin esa lealtad no hubiéramos sobrevivido. Sin embargo,  ya no estamos en modo supervivencia, ya no somos niñas desvalidas y asfixiadas por el reconocimiento y la valoración de mamà. Ya probamos las caídas, el amargo sabor del no y el viento en la cara de la libertad de nuestra intuición. Aprendimos, con todo lo que ello nos ha traído, a correr con lobos y a desear que nazca la mujer salvaje que vive en nosotras. La hemos visto, intuido y sentido. No hay marcha atrás. Ella nos marca el camino para salir del laberinto de la sombra de mamá.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Me costó dormirme. Daba vueltas y más vueltas en una cama que ya no es mía. No me reconozco  en estas estrecheces de adolescente con escritorio y silla incorporada. He paseado hoy por aquellas  calles que una vez se poblaron de sueños de viajes, de amores nocturnos  que no pasaron del deseo de algún beso furtivo y un ligero roce encendido al calor de la luna, para dejar de sentirme niña. Me he visto como una mujer completa que llevaba de la mano a una niña a la que le iba contando lo hermoso que es este mundo en el que vivimos a pesar de todos los pesares de la humanidad. Ella me escuchaba atenta y asentía y, a veces, me señalaba algún escaparate de zapatos o bolsos para que me parara. Ella adora los zapatos y los bolsos rojos igual que adora  cruzarse con chicos guapos aunque aún les tenga  miedo. Yo le hablaba desde la mujer que desea y quiere ser deseada y sé que ella lo entendía también. Y así se nos ha pasado la mañana de calle en calle y de palabra en palabra. Ella y yo. Ya casi llegábamos a casa cuando un pequeño gorrión se ha posado en mi cabeza, confundiéndome con su nido. Y he sentido cómo la vida, la de aquellas pequeñas cosas, también anida en mí.

miércoles, 13 de noviembre de 2019



 Llegó la conversación y no hizo falta prepararse para la guerra porque enfrente no había enemigo. Solo encontré un hombre con sus miedos, sus fracturas y su destino. Ni rastro del dragón. El dragón habitaba en mi memoria infantil. Era la sombra del hombre que no me acunó por las noches y que exigía de mí la perfección que nunca he tenido,  aunque aspirara a ella para complacerlo. Mantener una conversación sin las sombras, aquellas que poblaron diez años de convivencia llamada amor, es posible solo cuando tu dragón interior es tu aliado, no tu proyección a batir.  Durante mucho tiempo he luchado contra mí a través del otro y nunca he logrado ver al otro porque él también estaba  luchando contra sí mismo a través de mí. Las sombras tapan los corazones de los amantes y lo llamamos amor, aunque no lo sea. Nos conformamos con su sucedáneo en lugar de la honestidad de la palabra. El amor no es perderse en la proyección sino iluminarla. Ese ha sido, es  y será  mi  trabajo, dejar que se alumbre el camino  retirando cada uno de los velos con los que he construido el bosque. Y cuando lo hago la fuerza de lo oscuro viene a mí y trabaja a mi favor, se une al carro de mi dragón. Él ya sabe y también yo. Entonces me retiro y dejo que mi propio amor lleve las riendas de ese hermoso y único dragón. Y el milagro sucede. 


martes, 12 de noviembre de 2019

Te parirás con dolor
y el sufrimiento será solo una opción.
Cada contracción alumbrará una pregunta, un dilema.
De nada valdrá que patalees como niña sin juguete.
Una vez llegada hasta aquí, no habrá vuelta atrás.
Sentirás  un interrogante entre las tripas y a medida que suba por tu garganta
le encontrarás sabor y olor.

Porque,
¿quién dice que nunca has sido puta cuando vendías tus necesidades al olvido de un amor?
¿quién dice que no has sido una traidora al intentar acallar tu no para pronunciar un sí entecortado, culpable?
¿quién dice que no has sido cobarde al revestir tu tristeza y tu miedo de carita sonriente mientras tu cuerpo, humillado, abandonado  yacía inerte entre una falda y una camiseta?

Te parirás con dolor
y después de una pregunta vendrán miles.
Y ya no podrás pararlas.

Empujarán, te empujarán.
Y tendrás que mirarlas
y dejar que te atreviesen la garganta

para poder convertirlas en palabras,
palabras que te devuelvan tu tesoro,
el que con tanto ahínco enterraste.

lunes, 11 de noviembre de 2019

viernes, 8 de noviembre de 2019

Que tu recuerdo sea faro
que guíe el camino de mi Diosa.

Nunca más rebasaré mi límite en el nombre de otro nombre.
Nunca más dejaré de escuchar el aullido en el vientre de mis mujeres.

Que tu recuerdo sea memoria de lo que ya no espero.
Que tu recuerdo sea memoria de lo que ya no deseo

porque solo así el vuelo de mi memoria
no necesitará ya de tu recuerdo.

jueves, 7 de noviembre de 2019


La carne tajada
muestra un color intenso.
La vida se abre paso
con el cuchillo certero del dolor.

Estoy viva-me digo.

Y empuño mi propio amor
como único grito.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Volvemos
una y otra vez
a la infancia,
lugar del crimen.
Volvemos
para ver lo que no se vio,
para luchar lo que no se luchó,
para matar lo que no se mató,
para sentir lo que jamás se sintió.

Volvemos
hasta que rescatamos a nuestro prisionero
y somos libres para continuar.

martes, 5 de noviembre de 2019


Te he visto hoy cruel, negro, retador.
Aun así te he puesto un plato en mi mesa.
Cínico y traidor has pintado mis paredes
de imágenes insólitas, íntimas.
Has habitado mis ropas.
Mi casa has convertido en tu casa
y, cuando te has sentado a mi mesa,
con una media sonrisa, me has recordado que
esa también soy yo.





lunes, 4 de noviembre de 2019


Nunca bailamos tango. Puede que algún día te lo agradezca, cuando escampe la niebla. Nos quedamos cada uno en su orilla, mirando qué hacía el otro, tratando de adivinar qué dábamos y qué podíamos tomar para que no nos arrastrara demasiado la corriente. Desde mi lado, yo me sumergía poco a poco, esperando que tú hicieras lo mismo. Desde tu lado, tú tratabas de hacer lo mismo aunque no perdías de vista la orilla que te mantenía a salvo. Nunca quise mojarme el pelo. No es bueno darlo todo ni correr a ocupar el lugar del otro porque entonces una pierde su sitio. En el fluir del movimiento aprendí a respetarme. El mayor riesgo de sumergirme en el agua siempre ha sido conmigo. Descubrir mis límites, mi sí y mi no, moverme con mi latido y quedarme quieta cuando así lo sentía. Es un arte aprender a respetarse y tratar al otro de la misma manera, aunque no nos guste lo que hace ni lo que dice. Hay lecciones necesarias que solo se aprenden cuando te sumerges hasta el fondo. Duelen pero crecer es lo más importante. Y no es una opción. Creces contigo de forma consciente o a pesar de ti. La vida siempre te empuja. Es cierto. No aprendí a bailar el tango pero sigo con mis clases y, más adelante, cuando deje de llover,  ensayaré nuevos pasos de baile.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Fue un mes de julio de hace seis años que firmé mi divorcio. La sensación de fracaso en una mano y en la otra todas las posibilidades. La vida me dijo ven   y yo la tomé entera. Los peros se han ido cayendo por el camino al igual que los miedos. No me he  arrepentido de aquel salto porque sé que hay un  antes y un después de esa firma. Una de las cosas que he aprendido en estos años ha sido a quererme bien, a desear lo mejor para mí y darme el permiso para experimentarlo sin juicios ni censuras. No ha sido fácil siempre pero sí me ha dado la posibilidad de saber cuándo es sí y cuándo no para mí. Creo que habito más y mejor mi cuerpo y mi alma está contenta. Lo sé porque mis ojos brillan y mis huesos ríen cuando me miro en los espejos que, por fin, han aprendido a amarme.

Nunca debí hacer caso a mi madre

 De  verdad, madre, que no la entiendo. No sé a qué viene ahora el pedirme eso. ¡Que espíe a mi padre! ¿Por qué? ¿Qué cree que va a consegui...