jueves, 17 de octubre de 2019
Habito la casa del agua sobre cimientos en constante movimiento. Sus paredes, rugosas y blancas, me contienen aunque sé que por poco tiempo. En su interior las palabras liberadas se ensartan como cuentas de collares y ya no se sujetan a nuestros cuellos ahogándonos. Flotan en el principio del olvido buscando un espacio en el que estar y no ser ya. La incertidumbre del agua rige todas y cada uno de los espacios de esta casa que ya es más parte que todo. Un día, sin previo aviso, el agua anegará lo que fue nuestro y, entonces, abonará un terreno fértil en el que plantar nuevos recuerdos sobre una historia de amor.
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